Evolución

Por Javier Señarís

Analizar la evolución de Los Pumas siempre incluye el riesgo de dejarse llevar por el componente emocional. Es el equipo “débil”, el recién llegado a una competición que les enfrenta  a los tres mejores equipos del rugby mundial (si hacemos caso al palmarés y a sus resultados), no tiene una competición profesional de rugby, sus jugadores emigran a Europa…

El cuerpo técnico dirigido por Daniel Hourcade ha tratado de conseguir que Los Pumas sean un equipo identificable, un 15 que los aficionados puedan llegar a memorizar (sujeto a las inevitables ausencias por lesión).

A día de hoy, cualquier aficionado con interés y un poco de memoria puede recitar del 15 al 1 algo muy parecido a esto:

Tuculet, Imhoff, Bosch, Hernández, Montero, Sánchez, Landajo, Leguizamón, Fernández Lobbe, Matera, Lavanini, Galarza, Herrera, Creevy, Ayerza.

Los equipos consolidados son aquellos en los que se puede repetir el equipo titular de forma casi sistemática. Lo vemos en los All Blacks, Springboks, Inglaterra, Irlanda, Gales… y desde un tiempo en Los Pumas. Los equipos que cambian habitualmente de equipo titular generan muchas dudas (más allá de lo que marquen los resultados); Australia y Francia son un claro ejemplo de ello.

La elección de los 15 jugadores del equipo titular va directamente vinculada a la propuesta de juego del equipo. La potencia de la delantera de Sudáfrica e Irlanda, la polivalencia de los backs de Gales o Inglaterra (según el actual modelo de propuesta de Lancaster), el rugby total de los All Blacks… Todos ellos son fácilmente reconocibles por los jugadores que habitualmente están sobre el campo.

Ese paso lo están dando actualmente en el equipo argentino; cuando esta idea esté consolidada, llegará el momento de pensar en que hay que encontrar reemplazos que no tengan una gran diferencia de nivel respecto a los jugadores que forman el equipo titular.

Hablamos de juego y no de resultados, el objetivo no es lograr un resultado puntual; el verdadero objetivo es sentar las bases de un equipo tanto para el presente como para el futuro. Con un Mundial a menos de un año vista, todos los esfuerzos van encaminados hacia ahí pero también hacia lo que vendrá inmediatamente después: la franquicia argentina en el Super Rugby.

En ese momento cambiará la realidad del rugby argentino tal y como la hemos conocido hasta ahora y todo el trabajo realizado tendrá, al fin, una recompensa tan justa como necesaria.

Los Pumas han logrado aproximar su nivel de juego al de Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda y este es el gran logro a valorar. No se debe dejar de lado que esos rivales a los que se enfrentan son las grandes superpotencias de este deporte y que apenas se lleva compitiendo con ellos, de forma directa, tres años.

Hay motivos para el optimismo de cara al futuro, hay un proyecto que lo justifica.

Las mentiras de los Wallabies

Las mentiras de los Wallabies

Por Javier Señarís

A los Wallabies no se les puede parametrizar siguiendo los estándares habituales del rugby; parece increíble que un equipo que no tiene un patrón de juego claro ni tiene un XV titular mínimamente definido pueda tener un balance de 9 victorias, 1 empate y 2 derrotas en sus últimos 12 partidos.

En esos 12 partidos se ha enfrentado 3 veces a Francia, 2 veces a Nueva Zelanda y 1 vez a Sudáfrica, Argentina, Gales, Escocia, Italia, Irlanda e Inglaterra. Solo han perdido contra los All Blacks e Inglaterra, al resto de los equipos les han ganado.

Se han medido a todos los equipos de primer nivel del rugby mundial y les han hecho caer en su trampa; ese juego deslavazado que no responde a ningún argumento minimamente académico. Una delantera que, vista hombre por hombre, es peor que la de sus 3 rivales del Hemisferio Sur y casi pasa lo mismo con los del Hemisferio Norte (exceptuaremos a Italia y Escocia y puede que a Francia).

Sus backs, jugadores tan talentosos como indisciplinados en su mayoría, se ven sujetos a continuos cambios de puesto; lo cual no hace más que aumentar la sensación de improvisación y descontrol.

Utilizaremos un ejemplo reciente y de sobra conocido para explicar este caso: En las 2 primeras fechas del Rugby Championship 2014, Ewen Mckenzie decidió que su pareja de medios estaría formada por Nic White y Kurtley Beale. White es el 9 de Brumbies y Beale ha sido, durante toda la temporada, el 12 titular de Waratahs. Dejaba fuera del equipo titular a la pareja de medios del equipo campeón del Super Rugby- Phipps y Foley de Waratahs- y salía con un 10 que en su franquicia juega como 12.

Por si no fuera suficiente enredo, el 12 titular de Australia –Matt Toomua- jugó toda la temporada como apertura en Brumbies. Con este equipo, Australia desperdició una de las ocasiones más claras que ha tenido de derrotar a los All Blacks en mucho tiempo (el partido terminó con empate a 12).

En la 2a fecha del Torneo, los All Blacks les endosaron un contundente 51-20.

Para el tercer partido, White y Beale perdieron su puesto a favor de Phipps y Foley; el equipo no mejoró demasiado su juego pero consiguieron imponerse a Sudáfrica, engañando a los Boks y llevándoles a jugar un partido que no les interesaba. Un «correcalles» en el cual los «guerrilleros» australianos son superiores a sus rivales gracias a su rugby  expansivo con el cual buscan evitar las formaciones fijas -o a toda costa- intentan ensuciar lo máximo posible la obtención de balón de sus rivales y ralentizar su juego.

Ese mismo plan lo repitieron el sábado con Los Pumas obteniendo, de nuevo, una victoria tan poco lucida como contra los Boks. Si hay dos equipos que por juego se parecen esos son los sudafricanos y los argentinos: Trabajo de los delanteros, gran rendimiento del scrum y el line out…

Todo lo que Australia no tiene, la mejor forma de desactivarlo: la velocidad y el descontrol.

Las mentiras de Australia, unos resultados que no responden a un esquema de juego propio sino que consisten en evitar que el rival juegue tal y como sabe.

Nadie ha dicho que no sea una virtud…

Un paso más

Esto escribí para AlRugby.com sobre el Wallabies – Pumas de recién.

Eugenio

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Los equipos, los buenos equipos, no nacen de milagros. Tampoco los equipos juegan bien al rugby a través de formulas mágicas que son de aplicación inmediata. Los buenos equipos y los resultados alentadores (ganar, en definitiva) se consiguen con tiempo de trabajo.

Los Pumas arribaron a este partido ante Australia con el convencimiento de haber hecho, hasta acá, un buen papel en el certamen a pesar de no haber podido ganar, aún con las condiciones dadas ante Sudáfrica en Salta.

Con ese prólogo a cuestas, este partido ante los Wallabies tenía sabor a medida real y concreta del lugar, de la posición de Los Pumas en cuanto al juego, ante los tres grandes del rugby mundial.

Dicho esto, y con una nueva derrota en la chapa, hay que poder separar las cosas y tomarse el trabajo de explicarlas, evitando lecturas resultadistas que se pierden en lo coyuntural.

Y si, se esperaba otro juego de Los Pumas en ese primer tiempo en Gold Coast. Sin dudas. La cara del entrenador cuando lo enfocaba la TV era más que elocuente. No estaba saliendo lo que se habían propuesto hacer y el desconcierto generalizado, la falta de claridad para salir de campo propio quedó en evidencia muy temprano.

No estamos hablando del try de Hooper ni tampoco del de Montero en el arranque, que pusieron las cosas pardas a los cinco minutos de juego. Sí, hablamos de lo que pasó luego.

Los Wallabies tuvieron la pelota, el campo, las intenciones, la disposición y la comodidad para hacer todo casi a placer. Los Pumas defendieron con ahínco y devoción, muchas veces jugándoselas en el 1 vs 1, pero muy, muy retrasados. Muy en campo propio, demasiado cerca de su ingoal.

Hasta acá, lo que había eran virtudes australianas en la ofensiva y hay que decirlo, de Los Pumas en faz defensiva. Pero sólo eso. Y eso no era lo estipulado. Este equipo argentino no se diseñó para eso. Ni cerca.

Sin obtención clara en las formaciones fijas, sin un breakdown demoledor, sin la pelota, ese primer tiempo fue cuesta arriba, demasiado cuesta arriba para los argentinos que, a pesar de todo y por errores aussies y virtudes propias, cerraron ese primer parcial siete puntos abajo con un muy escaso 14-7 merced a lo acontecido en el campo.

El segundo tiempo tenía-necesariamente- que ser mejor. Y lo fue.

No se esperaba que lo fuera después del segundo try de Hooper en el arranque mismo del complemento, que ponía el partido 21-7. Allí lo que vislumbraba era un abismo en el medio. Esa es la verdad.

Sin embargo y a pesar de las urgencias, el equipo argentino no reaccionó inmediatamente. Tardó en hacerlo. Y no porque ahora le costara llegar a campo rival (Sánchez metió dos penales) sino porque los aussies seguían anotando, encontrando huecos grandes en la defensa Puma y escapándose en el score…

Pero a falta de veinte minutos, Los Pumas hicieron click. Y el que movió la perilla de «off» a «on» fue Tomás Cubelli. El medioscrum de Belgrano entendió que había que jugar, cómo había que jugar y fiel a su estilo combativo, empezó a meterse en la defensa rival y a distribuir esas pelotas que valían oro con buen criterio y todos comenzaron a acoplarse: Nico Sánchez empezó a explorar su sector, Imhoff se buscó más trabajo por el centro, los forwards empezaron a dominar en todas las facetas y se vio, en esos últimos veinte minutos, otro equipo, otra cara, otra cosa muy diferente a los que se había visto en los sesenta anteriores.

Otros Pumas. Los Pumas.

Aparecieron los tries. Dos y alguno que otro más, dilapidado por algún error «finito»… nada que ver unos Pumas a otros, sinceramente.

En Gold Coast se terminó jugando con un equipo «Made in Argentina», producto, en su mayoría, de jugadores del Pladar, que se le fueron al humo a Australia con más vergüenza que claridad, pero así y todo, lo hicieron y lo hicieron bien. Revirtieron la situación y el empate estuvo ahí… en el silbato de Glen Jackson.

Los Pumas le anotaron tres tries a un equipo del Tier 1 por segunda vez en el año. Esto no pasó nunca antes en la historia reciente. Por lo menos no en los últimos diez años. Si… diez años.

Este partido tenía pinta a batalla perdida y no por resultado, sino por juego. Y esta batalla, la del final, terminó en tablas. Los Pumas dieron un paso más. El de hoy, un poco más cortito que los anteriores, pero pasito adelante al fin.

En este tipo de torneos, con lo que se pretende que Los Pumas jueguen, que hayan dado otro paso más en la batalla -y hacia adelante- tiene mucho valor. Muchísimo. Tanto que capaz hoy no se logra apreciar del todo porque falta ganar, pero falta solo eso.

¿Cómo se evalúa a un árbitro internacional? y otras cosas más…

En el programa de hoy, tuvimos, como cada miércoles, mucho análisis y búsqueda de explicaciones sobre los 4 equipos del Rugby Championship ya pasada la mitad del certamen.

Y después, pudimos dialogar con Cristián Sánchez Ruiz, Dirtector Nacional del Refereato de la UAR, que nos explicó el proceso de pre y post evaluación de los árbitros internacionales. Importante para saber cómo es, después de los desaguisados de Clancy y Gauzere el sábado pasado…

También dialogamos con tres colegas y amigos: Francisco «Fran» Capizzi, que además es jugador de Mariano Moreno (recién ascendido a Grupo I de la URBA), con el colega cordobés Martín Quetglas, que nos contó sobre Matías Alemanno y con Frankie Deges, que cada vez que lo invitamos, nos engalana con sus historias y conocimientos.

http://radioypunto.com/wp/repercusiones-tras-el-partido-de-los-all-blacks/