Por EA
No, no es fácil y nunca lo será. Para un occidental promedio, llegar a Japón desde donde sea y adaptarse enseguida, será siempre una aventura con ribetes indescifrables. También, el miedo a perderse o a ofender o hacer un gesto indebido. O a algo, lo que sea.
Uno nunca sabe con qué se va a encontrar al paso siguiente. Oriente occidentalizado u occidente orientalizado, da igual. La sensación es la misma: la de estar en un lugar que sólo se imagina que está, que existe, pero existe. Es un gran set de filmación, todo perfecto, las fachadas, las demarcaciones, los movimientos… todo, con cientos de miles de extras.
Como escenario, nada mejor que la Estación Central de Trenes de Tokio -Tokio Station-. Es un escenario vasto para determinar con un rápido pantallazo de siete horas de un domingo (de 10 a 17) cómo se mueve y cómo es todo. O una parte. Una parte interesante, porque en esas siete horas la estación fue un hervidero y conforme avanzaba la tarde, cada vez más.
Observación. Prueba empírica.
Las parejas no se tocan. Caminan juntas, pero no hay contacto físico. No van de la mano, ni abrazados, ni tomados de la cintura. Esto en el 95% de las que cruzan Tokio Station a paso redoblado la mayor de las veces.
Todo funciona como funciona porque son ordenados, prolijos y respetuosos. Hay algo que no resisten y es que lo que sea que se haga no se haga según lo establecido. Son seguidores e insistentes a más no poder si algo se salió del carril. Vendrán y vendrán y vendrán las veces que sea necesario para que «eso» se ajuste a derecho y al deber ser de «eso».
Todo está señalizado de alguna forma y debidamente, con algún elemento, calco, pintura, cartelito, placa. Y cuando digo todo, es TODO. No hay nada que no tenga su señal correspondiente y esto es absoluto. Lo que sea: camino, calles, negocios, comidas, precios, inodoro, interruptores, elementos cualquiera, asientos, postes, durmientes del tren… todo. Todo menos los cestos de basura en la calle, simplemente, porque no hay.
No hay cestos de basura por ningún lado y no hay basura de ninguna índole en ningún lado público. Cada quién lleva consigo los desechos que genera y los arrojará o en su casa/trabajo/lugar de esparcimiento. En la vía pública no es posible tirar nada. En las estaciones, tampoco.
La vestimenta es lo de menos, pero es lo más. Puede uno salir disfrazado de Piñón Fijo o Mortadelo y/o Filemón (según el país donde se lea esto) en la parte de arriba del cuerpo y abajo, con pollera de tul fucsia con lunares amarillos y zapatos de charol que nadie, absolutamente nadie girará la cabeza ni hará un mueca ni nada que se le parezca. Tampoco los occidentales que recién llegan.
Los occidentales que recién llegan están tan preocupados por encontrar lo que sea que estén buscando que no repararán en nada más que en google maps, google translate y miradas desorbitadas a la lontananza o a tres metros, que pueden ser la misma cosa. Los occidentales que ya conocen Tokio o Japón caminan con la misma despreocupación que los locales y por eso, son fácilmente identificables.
Sobre mirar: hay que mirar para arriba. Si se buscan restaurantes, cervecerías artesanales (acá también es furor), negocios… lo que sea, mejor acordarse de mirar para arriba. Lo que buscás puede que esté en el piso 3, 4 o 5. Y está debidamente señalizado, lógico.
Y lo que está señalizado, por supuesto está en Kanji, que es uno de los alfabetos japoneses, porque hay más de uno. El otro es el Hiragana. También, está escrito en coreano y en chino. Con nuestro alfabeto, generalmente, en inglés, pero no en todo. Google Translate es tu amigo fiel. Descárguenlo y úsenlo sin conexión.
Sobre el inglés: Ni todo el mundo lo habla ni todo el mundo lo entiende. Apenas una pequeña porción de gente. El castellano es una rareza completa. ¿Dudas, consultas? Buscar algún lugar de información o atención en alguna estación. Ahí pueden ayudar y siempre lo hacen, hablen o no algún idioma adicional. Son la gran mayoría extremadamente serviciales, atentos y respetuosos. De alguna manera, la ayuda va a estar.
Todo eso, fuera del Metro o Subte. Allí parece que los comportamientos cambian sustancialmente en los momentos de mayor tráfico de gente. Recomendaron especialmente a los occidentales que viajen en ese medio de transporte que en lo posible, vayan con las manos arriba de la cabeza. No, no es chiste. Parece que es una tendencia -y lo diré en castellano antiguo- tocar culos, partes íntimas de mujeres y/u hombres. Por supuesto es una ofensa gravísima y un delito, pero parece que es muy complicado detectar quiénes lo hacen. Y si hay occidentales, la culpa puede recaer sobre ellos. Recomiendan ser muy cuidadosos porque no se va a pasar ningún grato momento con la policía en ese caso. En realidad lo que recomendaron es, si se viaja en hora pico, viajar con los brazos levantados o agarrándose de las asideras. Y la mochila, adelante. Nadie va a robar nada, pero aseguran que golpear sin querer a alguien con la mochila puesta en la espalda (cuando uno gira involuntariamente puede hacerlo) los pone de pésimo talante y no son nada agradables. Una mirada recia me bastó para comprobarlo.
Hablando de la policía, en Tokio Central no había ni uno solo -uniformado- visible. Cientos de miles de personas pasan por allí o al menos, pasaron hoy y no se vió a nadie uniformado salvo el personal abocado a los trenes. Tampoco se escuchó ni un ruido fuera de lo habitual. La gente es amable hasta para discutir.
Los barbijos son habituales. Son muchos los que lo usan los usan por salud, para cuidar al otro. Ha sido corroborado preguntando a dos personas diferentes en lugares distintos.
El tren. Al menos el Tohaku Shinkansen Hayabusa 105, va rápido, realmente rápido. Y dentro del vagón reina un silencio absoluto. Afuera, el ruido es mínimo. Sobre ruidos: está pésimo y muy mal visto sacar el teléfono y hablar dentro del tren. Nadie lo hace. Para eso, hay lugares especiales en el final de los vagones, algo separados de la gente que viaja -toda- sin emitir el más mínimo sonido. Por cierto, los anuncios de las estaciones que vienen y demás, están en inglés. Salvador.
¿Si pasa un vendedor de comidas? ¿El que pasa con un carrito? Si, pasa, pero no se anuncia. Pasa caminando en silencio y si querés algo, lo frenás, señalás con el dedo y listo. ¿Con qué se paga? Con monedas.
Todo es en efectivo. Las tarjetas de débito y crédito no están generalizadas como uno supone. La enorme mayoría de la gente se maneja con efectivo. Y eso implica monedas, muchas y de todos los tamaños.
Son poco atractivas, pero la utilidad de una riñonera adecuada puede ser grande. Vale usarla.
Bien… ahora, un pequeño pantallazo permitido por el escaso tiempo de luz solar desde Tokio Station a Kitakami.
Tokio es inabordable. Inmensurable. ¿Qué ciudad imaginan que es grande? Bueno… es más grande. Es la más grande de todas.
Al salir de Tokio y dentro del ejido urbano también, no hay espacio ocioso. Lo que está sin construir tiene alguna utilidad y lo que está sin sembrar, es porque ha sido segado recién o es bosque/arboleda. Todo el espacio utilizable disponible, está utilizado.
Hay edificios, miles y miles hasta donde alcanza la vista. Y millones de departamentos. Todo parece idéntico, pequeño, funcional.
Kitakami es sustancialmente diferente. Quinientos kilómetros al norte de Tokio (dos horas en el tren bala) es otra historia.
Ya la contaremos.