Piera

Por Eugenio Astesiano

Se le parte la cara con la sonrisa. Se le abre al medio. El único malhumor es… nunca. Nunca, jamás en el Club. Ese rato de Club, esos muchos ratos de club, nunca vieron otra cosa que tu sonrisa.

Y tu energía. Tu intensidad. Tu empuje. Tu omnipresencia para lo que hiciera falta.

En lo que fuera, de lo que fuera. Jugando, ni hablar. Afuera también. Siempre con tu risa eterna.

¿Por qué los buenos no se pueden despedir como se debe? ¿Por qué? ¿Qué mierda puta del destino quiere eso? ¿Por qué es así?

Hoy se prendió un fueguito -un fuegazo- en el Gobo. Mucha gente que te ama. Sí, tranquilo que hubo chinchus.

Hoy se hizo todo lo que vos hubieras deseado, querido, obligado que se haga.

Pero hubo y hay dolor. Hay un profundo dolor en medio de ese humo de leña y de carbón. Hay risas. Hay silencios. Hay llantos. Hay muchos pares de ojos que miran a la nada pero que te buscan.

No se entiende que no estás.

Hoy tenías que venir con un pan, hinchar las pelotas, comer algo ahí, e irte a ver a Racing.

Pero hoy Piera, toca otra cosa.

Hoy tenemos que decirte lo mucho que te queremos. Lo mucho que vamos a sentir tu ausencia. Lo muy profundo de la tristeza sin fin de saber que el martes no vas a venir a entrenar. Ni el jueves, ni el sábado.

En realidad, lo de «no vas a venir» es apenas y sólo físicamente, porque vas a estar.

Qué cagada Piera. Vas a estar y no te vamos a poder ver.

3 comentarios sobre “Piera

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