Hoy en día el rugby porteño está compuesto de cuatro grupos, cada uno fraccionado a la mitad en A y B. Los torneos son breves y en varios casos a partir de la cuarta fecha ya se definió todo. Goleadas bestiales, resultados que si se jugara al Prode podrían sacar de la pobreza mental a varios y partidos cuyo desarrollo pareciera vendernos paridad y en el complemento terminan siendo golpes de knock-out, son algunos de los menúes que brinda la Unión situada en Pacheco de Melo 2120.
Calidad de jugadores, un fixture corto, estructura y ambiciones forman el combo de lo que pasa en la actualidad dentro de cada categoría, demostrando que los primeros seis meses del año son para la gran mayoría de los equipos un proceso de producción y formación de lo que vendrá luego. ¿Le sirve a alguien esto?
Los equipos que descendieron buscan resultados rápidos para volver a la categoría donde les corresponde, mientras que los equipos que ya venían jugando en la misma, sólo tienen la intención de mantenerse en la segunda rueda.
“Tendría que haber una Liga de 20 equipos con dos descensos y dos ascensos, nada más”, propuso el orador y conductor del vehículo en el camino hacia el club, citado en el post anterior. Coincidí, automáticamente lo imaginé y parecía más interesante de lo que es hoy. Cuatro ligas, sin modificaciones y durante todo un año, con partidos de ida y vuelta, no sólo hacen del Torneo de la URBA algo más prestigioso y con menos cambios, sino que los clubes no entrarían en la locura económica y mental que atraviesan. Las realidades serían más reales, los clubes tendrían conciencia del lugar que ocupan y podrían crecer mucho más de lo que lo hacen actualmente.
Con un esquema armado, el calendario anual estaría programado para darle a los dirigentes y/o responsables de cada club la posibilidad de planificar el año de otra manera. Los jugadores, actores principales de la obra, no estarían presos del nerviosismo por perder tres o cuatro partidos seguidos y tendrían un Plantel Superior más rico en jugadores de experiencia ya que podrían alternar rugbiers de Intermedia o M-19 para probarlos en casos más frecuentes de los que se usa hoy.
Pero para que ésta idea se lleve a cabo se necesitan varias herramientas. Los clubes deben poner a 4 o 5 jugadores como mínimo a realizar el curso de arbitraje para elevar la cantidad y calidad de los mismos. Los dirigentes realizar una tarea junto a asesores de marketing como acompañamiento económico obteniendo mayores recursos para mejorar al club como institución (territorio, principalmente) y los medios de comunicación, quienes podrían resultar más perjudicados, serían los que brinden y generen mayor interés, ya que sólo en el caso de la Liga 1 (por llamar a lo que sería el Top14), se jugarían playoffs como en el rugby francés a final de temporada.
Es hora de cambiar paradigmas de corto plazo, si se quiere preservar el bien común de los clubes, para que éstos crezcan y mejoren sus predios, sus canchas, y las relaciones que tienen para con las otras instituciones, sabiendo que durante el año se verán las caras dos veces y que lamentablemente el rugby está perdiendo la camaradería entre los clubes cada vez que se enfrentan. Nuevos jugadores saldrían a la luz, y los equipos de “elite” podrían darle a la URBA mayores bases, sabiendo que cuentan hasta con Pre-Intermedia C o D y Menores de 22 años A y B.
Sería un calendario más armónico para todos, para quienes juegan al rugby, trabajan sobre los clubes e incluso los periodistas, quienes tendrían mayor variedad para cubrir. Este sistema de “entra y sale” que propone la URBA sólo muestra la brecha enorme que hay entre unos y otros, generando en los grupos de abajo un sistema de playoffs para la segunda mitad del año muy perverso que lo único que genera dentro de la cancha es nerviosismo, violencia, y casi nada de buen rugby.
Es sólo una idea, ya hablada y pensada por varios, pero que pocos se animan a poner en el candelero. ¿Será cuestión nomás de hacerlo?
JC